Hace unos cientos de años, vivía un kabbalista sabio y solitario. No tenía mentor, ni maestro, ni compañero. Sabía que no podía transformarse sin la aportación de otra persona, así que les pedía constantemente a su caballo y al conductor de su carruaje que le dijeran lo que hacía mal.
Si él no podía transformarse solo, nosotros tampoco podemos.
Piensa en esto: ¿Qué supone un mayor desafío para ti: lidiar contigo mismo o con los demás? La gente nos pone a prueba y nos provoca. A través de ellos... Continuar leyendo