Muchos, sin darnos cuenta, sentimos un gran miedo a sanar, para la gran mayoría de nosotros incluso esto se convierte en algo inconsciente, haciendo que busquemos una solución a un problema determinado durante gran parte de nuestra vida, dejando completamente a un lado la sanación.
Tenemos miedo a ser juzgados.
Tenemos miedo a no lograr nuestros sueños.
Tenemos miedo a no encontrarnos.
Tenemos miedo a ser acusados.
Tenemos miedo a muchas cosas, así, creemos que al no tener miedos se nos quitará algo de nuestras vidas.
Cuando decimos “Te perdono a pesar del daño que me has causado”, ¿En realidad estamos perdonando?
La sanación está estrechamente ligada al perdón, según Un Curso de Milagros, la sanación no es más que un acto de reconocimiento de que nuestro hermano ya se encuentra sanado y de que en su mente se encuentra el Espíritu Santo, por otra parte, el perdón, es reconocer que lo que sucede no es más que una ilusión creada por nosotros mismos y que nosotros le hacemos jugar ese papel a la otra persona para nuestro desarrollo espiritual.
El perdón no es sinónimo de sacrificio, al contrario, para perdonar lo menos que necesitamos es sacrificarnos, el perdón no es más que una transformación en nuestra percepción acerca de lo que sucedió, pidiéndole siempre al Espíritu Santo que nos guíe en este proceso y él se encargará de despejar todas esas tinieblas que nosotros mismos hemos colocado en nuestra mente que nos impiden ver la Luz.