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A VECES VUELVO |
05 de Junio, 2011
·
General |
Es cierto que a veces vuelvo. Algunas veces a escribir, como es este el caso.
Pero también a veces vuelvo de mi. O a mi. Voy y vengo, como en un columpio que parece llegar al cielo. Me balanceo incansablemente, a veces hasta sentir mareo.
Escapar de uno mismo es fácil. Uno puede alienarse con lo que encuentra en el camino y volar al infinito y más allá. El viaje puede ser placentero en algunos casos y, al tocar con la punta de los pies la realidad, la vibración de energía que sentimos es tan magnífica que nos sentimos grandes, crecidos de espíritu, plenos y con las maletas llenas de maravillas que fuimos guardando en ellas en el recorrido por otros mundos.
Otras veces, sin embargo, ese vuelo nos lleva a lugares oscuros, tenebrosos, a descubrir rincones que no nos gustan, cargados de dolor. Es así que en estos casos, cuando pisamos tierra firme, parece que todo se nos tambalea, que caeremos en un abismo imaginario y que en este caso las maletas que traemos sólo acarrean angustias y llantos. Entonces, intentamos aferrarnos con uñas y dientes al principio del hoyo, para sentirnos seguros, para no sentir un miedo inconmesurable y no tener que enfrentarnos a aquello que indefectiblemente deberemos enfrentar.
Y sí, el miedo al cambio existe. El miedo a lo desconocido es real y normal. Y sólo cuando no tenemos más remedio que dejarnos caer por ese túnel que parece ser inacabable, como en el cuento de Alicia, cuando realmente nos animamos a atravesar ese abismo, sólo entonces nos damos cuenta que hemos llegado a un destino mejor. Pero, claro, hay que animarse, como se animó Alicia a llegar al País de las Maravillas.
Cuando terminamos de columpiarnos y llegamos a nuestro lugar, ya sea que el viaje haya sido placentero o no (que no es otra cosa que el viaje hacia uno mismo), podemos mirar atrás y ver el bagaje de experiencias que ese tour nos dejó. Aprender de ellas es el gran desafío. Volver a sentir, a gozar, a disfrutar, a percibir los pequeños placeres que nos da la vida y a definirnos cada vez más como los seres humanos que somos, es maravilloso. Ese es nuestro País de las Maravillas. Nosotros mismos.
Yo a veces vuelvo. Y otras me voy a viajar. Nunca sé cuál será mi destino, pero a esta altura de mi vida he aprendido que de ambos traigo cosas interesantes. Y también sé que siempre la tierra firme está y que el vacío en algún momento termina. No sé si terminaré siempre en este planeta o plantando mis pies en otro. Pero hay algo de lo que sí estoy segura: nunca jamás dejaré de subirme al columpio, sin importar a dónde mi ser me quiera llevar. |
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publicado por
cecidyer a las 17:54 · Sin comentarios
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Sobre mí |
Cecilia Rodriguez
Metafísica, Física cuántica, Kabbalah
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Marzo 2025 |
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